martes, 22 de septiembre de 2009

Papá soltero

Taxista de profesión. Papá soltero por convicción. Esta es la historia de vida de don Audón Gómez Tagua, hombre de 52 años de edad que tiene bajo su responsabilidad la crianza de sus tres hijos.
Hace 10 años, don Audón era empleado de gobierno. Desempeñaba una función que le absorbía prácticamente la mayor parte del día. Piensa que esa fue la razón que motivó a su entonces esposa a pedirle el divorcio. Ella también era burócrata.
Desde su separación conyugal en el 2003, su vida dio un giro de 360 grados. A diferencia de la mayoría de los casos de divorcio, don Audón se quedó con la custodia de sus tres hijos: los gemelos José Abel y Juan José, de 15 años de edad, y Audón Alejandro, de 10 años. Esto se dio así, por decisión de la madre.
“Yo trabajaba en gobierno, de ahí me divorcié y hasta hoy día hay vengo con mis hijos. Mi hijo me quedó muy pequeño, el que tiene 10 años ahorita, me quedó de cuatro años. Cuando me divorcié le preguntaron a la mamá si estaba dispuesta a dejar a sus hijos conmigo, ella dijo que ellos tomaron la decisión, o sea, nunca le importaron sus hijos. No peleó para nada la custodia.
“Esto es duro, es duro quedarse como papá soltero, sí es duro cómo me las arreglo en cuestión de ser papá y mamá. Pero yo me siento feliz con mis hijos, que se quedaron conmigo”.
Por conocidos, don Audón se ha enterado que su ex esposa dice que si lo abandonó fue “por irresponsable. ¿Irresponsable? Si fuera yo irresponsable no hubiera agarrado a mis hijos a mi cargo, porque no es un peso lo que se gasta para criar a los hijos”.
Por varios años, la mamá de los niños se desentendió de ellos.
“Durante un tiempo ella no tuvo hijos. No hubo ningún tipo de contacto. Nosotros llegamos a no tener ni para las tortillas, pasamos muchas cosas. En la escuela, mis hijos estaban estudiando, me decían que el director les pedía lo de la colegiatura, entonces llegaba yo a hablar con el maestro, -‘por favor director, le voy a pagar hasta el último peso pero dele clases a mis hijos’; siendo que en ese tiempo ella ganaba buen billete, pero preferimos morir de hambre, pasar lo que pasamos, pero no hacerle mención a ella, si ella nunca quiso”.
Es hasta hace poco que la mamá reaparece, intentando recuperar a sus hijos.
“Me quiso hacer un juicio en el DIF, me quiso quitar a mis hijos, fue a decir que como yo andaba borracheando, que los dejaba sin comer, abandonados, me metió un montón de cosas. Un abogado llamó a mis hijos y les preguntó si les pegaba, si les daba de comer, ellos dijeron que no les pegaba, que comían, que estaban estudiando y todo eso. Yo le dije al abogado que lo que la señora fue a decir no era cierto, la señora no le dijo que estamos divorciados, ella me firmó el divorcio donde me deja la custodia de mis hijos, ella lo aceptó. A raíz de eso ya no le hicieron caso a la señora cuando llegó otra vez, porque insistió”.
Luego, cuando la señora comenzó a buscar a sus hijos, ellos la rechazaron en un principio.
“Me decían: - pa’, ora no vamos a ir a clases. - ¿Por qué hijo? - No queremos ir. No me lo querían decir, pero yo me salía de trabajar y pasaba a la escuela a preguntar a los maestros cómo se portaban mis hijos, me dijeron: - es que viene una señora, entra, les habla, no le hacen caso y se esconden. A raíz de eso hablé con ellos, que me dijeran la verdad del por qué no querían ir a la escuela. - No pa’, es que está llegando la Lorena (porque así le dicen ellos, no le dicen mamá) a la escuela y no la queremos ver, ya se lo dijimos, pero llega”.
Entonces “hablo con el director, le explico mi situación: estoy divorciado, yo tengo la custodia de mis hijos, yo pago la colegiatura, así es que quiero que esta señora no entre, si usted cree garantizar la privacidad de mis hijos, si no los retiro de esta escuela y los pongo en otro lado; ahí fue que le cerraron las puertas a la señora”.
Sin embargo, ya a últimas fechas, la madre ha logrado entablar contacto con sus hijos.
“Últimamente es que le habla al niño (más pequeño) y salen juntos; en el escrito está que durante los 365 días del año ella puede pasar por sus hijos en su domicilio para sacarlos a pasear, desde las ocho de la mañana hasta las ocho de la noche, así quedó estipulado en la demanda de divorcio”. Además, “yo sé que llega a las 11 a dejarle un refrigerio a la hora del recreo”.
Actualmente, don Audón es trabajador del volante, pertenece al sitio de taxis Diana Cazadora. A principios de 2007, por petición de sus hijos, renunció a su trabajo dentro del gobierno estatal para dedicarse al transporte público.
“Me pedían mis hijos que ya estuviera con ellos. A cada rato me decía mi hijo, uno de los gemelos, que yo renunciara porque ya no querían estar solos”.
Cada día, don Audón se levanta a las cinco de la mañana, lava trastes si quedaron de la noche anterior, da una barrida en la casa, saca la basura, prepara el desayuno de su hijo menor y alista la ropa de la escuela. A las siete de la mañana lo despierta, pues una hora después entra a la primaria. Al niño de 10 años lo deja en la escuela y a los gemelos en la estación del Heroico Cuerpo de Bomberos de Tuxtla Gutiérrez lado oriente, a donde asisten como voluntarios, en turno de 24x24. Posterior a eso, empieza la talacha en el taxi.
Cuando el reloj marca la una de la tarde va por su hijo al colegio, regresan a casa, comen y de ahí lo lleva un rato a casa de la abuela o se los encarga a los vecinos, mientras ruletea otro rato. Para de trabajar en el taxi hasta las seis de la tarde, regularmente.
Esta es la rutina de don Audón cuando sus hijos mayores están en la estación de bomberos. Pero cuando ellos están en su día libre, la cotidianidad varía un poco. En esos casos, después de dejar a su hijo menor en la escuela, va por los gemelos a la estación, regresan a su domicilio, preparan la comida, desayunan, “se va uno en el taxi (a trabajar) y con el otro quedamos haciendo el oficio de la casa, cuando regresa, se va el otro gemelo, y ahí lo llevamos”. Don Audón aprovecha esos días de “descanso” para convivir con su hijo más pequeño.
Así están organizados los cuatro varones de esta familia. “Así lo venimos haciendo y gracias a Dios creo que voy por un buen camino con mis hijos, porque lo que nunca llegamos a tener con esa persona (refiriéndose a la mamá), ahora somos felices”.
Al preguntarle su sentir sobre el hecho de que sus hijos gemelos hayan decidido entrar de voluntarios al Cuerpo de Bomberos, don Audón respondió que desde pequeños soñaban con eso. “Agarraban una garrafa de agua como de 20 litros, la llenaban, le metían una manguera, le prendían lumbre al periódico, jugaban que eran bomberos y que llegaban a apagar el fuego”.
Acepta que cada vez que los deja en la estación se queda preocupado, pero “ellos tomaron esa decisión, ellos quieren ser voluntarios”, entonces sólo puedo decirles “que dios los bendiga, échenle ganas, sean responsables”.
Compartiendo una anécdota familiar, don Audón relata: “una vez le di purga a uno (de los gemelos) y le hizo (efecto) al otro, entonces le tuve que dar al otro para que le hiciera (efecto a su hermano)”.
Finalmente, don Audón agradece a Dios por haberle dado la oportunidad de cuidar y criar a sus tres hijos, pues asegura estar “muy a gusto” con tenerlos consigo.
Y si bien sus hijos no le agradecen con palabras el acto de amor que tuvo para con ellos, lo hacen con demostraciones de afecto, pues “se me arriman, me abrazan y me besan”.
José Abel y Juan José entraron juntos como voluntarios al Heroico Cuerpo de Bomberos de Tuxtla Gutiérrez, en mayo del 2008. Ambos abandonaron sus estudios por incorporarse a las filas de los “tragahumos”. Sin embargo, podrían retomar la escuela porque la benemérita institución a la que pertenecen les brindará apoyo en ese sentido.
Los gemelos hablan de su participación como bomberos.
José Abel: “Me llamó mucho la atención, desde pequeños comenzábamos a hacer lumbres en mi casa y nosotros las apagábamos. De ahí, cuando supimos que había una oportunidad para entrar, pues no lo pensamos dos veces y aquí estamos.
“Nadie sabe si va a volver con su familia. En algún servicio de casa puede haber alguna explosión de gas y nadie sabe si puede sobrevivir.
“He participado en todos los servicios: pastizal, enjambre, fuga de gas, rescate de animal, casa incendiada, carro incendiado y rescate de personas. Cuando se está quemando una casa se está con el temor que puede haber un cilindro de gas y puede explotar. Cuando es un rescate de persona, uno se siente muy feliz porque la gente lo agradece”.
Juan José: “De repente me nació venir, porque un primo me había dicho que él está de voluntario. Me siento feliz, orgulloso, porque la gente nos ve como héroes. Lo que más me gusta es el peligro que hay, el riesgo, la adrenalina que corre en los servicios. Me gustaría agarrarlo de manera más formal, pero mis papás me dicen que lo piense porque es un peligro estar en esta corporación, por el riesgo que hay”.
Y sobre la relación que tienen con sus padres.
José Abel: “Nos llamó mucho la atención irnos con mi papá, estamos con él y nos sentimos más cómodos, salimos a pasear, todo el día nos la pasamos con él, (estamos) felices”. De la mamá: “De repente que salimos a verla a su casa o si no viene a la estación a vernos”.
Juan José: “La relación con mi papá es buena, nos llevamos bien, salimos a pasear, vamos a casa de mis tíos, de mis abuelitos. Vemos a mi mamá cuando vamos a casa de mi abuelita, a veces salimos a pasear con ella, es buena la relación. No me afectó mucho el divorcio de mis papás porque ya lo habían planeado, ya lo sabíamos nosotros también, poco a poco lo fuimos superando. Desde antes con mi papá teníamos buenas relaciones, nos llevábamos bien. Con mi mamá no era igual, siento más confianza con mi papá”.
En este mes de junio, una felicitación a todos los papás por ser pieza fundamental en el seno familiar, como proveedores de bienes y servicios, y como formadores de valores.
Y más allá de eso, un reconocimiento a aquellos padres que, como don Audón, hacen a un lado el orgullo, sortean dificultades y salen adelante como papás solteros, rompiendo esquemas tradicionales, pero no así, ese lazo filial que los une a sus hijos.Son ejemplo de responsabilidad, de lucha y de amor.

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